Controlar el estrés reduce su impacto negativo



Investigadores del Instituto de Neurociencias de la Universitat Autónoma de Barcelona (INc), liderados por Roser Nadal y Antonio Armario, han llevado a cabo un estudio sobre los factores que reducen el impacto del estrés. La investigación, publicada en Scientific Reports, ha empleado tres grupos de ratas machos para medir este impacto.
Un grupo recibía durante la adolescencia varias sesiones de estrés que podía controlar (detener o prevenir) realizando una determinada conducta. Un segundo grupo recibía exactamente la misma cantidad de estrés que el primer grupo pero su conducta no tenía ninguna consecuencia (estrés incontrolable). Y un tercer grupo actuaba como control y no recibía estrés.
Durante la exposición al estrés, los investigadores cuantificaban su intensidad midiendo la activación endocrina mediante la actividad del eje hipotálamo-pituitario-adrenal (HPA). En la etapa adulta se realizaron varios experimentos midiendo diversas variables cognitivas y la expresión de los receptores de dopamina tipo 2 en el estriado dorsal, un área cerebral importante para las conductas medidas.

En otros aspectos (atención e impulsividad cognitiva) no se observó un impacto del estrés. Paralelamente, los efectos conductuales del estrés incontrolable se asociaron con un incremento en el número de receptores dopaminérgicos tipo 2 en el estriado dorsomedial (pero no en otras subdivisiones), estructura implicada en la impulsividad y la inflexibilidad cognitiva.
“A pesar de que la exposición a situaciones de estrés ejerce efectos negativos a corto y a largo plazo en la conducta y la fisiología, hay varios factores que podrían mitigar su impacto. Nosotros hemos observado que uno de estos factores es la posibilidad de ejercer control sobre la fuente de estrés”, afirma Roser Nadal.
El trabajo tiene varias implicaciones preventivas al sugerir que las estrategias dirigidas a incrementar la percepción de controlabilidad del estrés durante la adolescencia podrían mitigar el impacto negativo de las experiencias estresantes en la etapa adulta y reducir la vulnerabilidad a algunas psicopatologías.
La exposición al estrés en la adolescencia incrementa la vulnerabilidad y el riesgo de sufrir psicopatologías en la edad adulta, como drogodependencia, depresión, ansiedad o ludopatía, entre otros. Investigadores de la UAB han observado, utilizando modelos animales, que ejercer control sobre la fuente de estrés disminuye su impacto y podría reducir el riesgo de desarrollar posteriormente estos trastornos mentales. 

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